Decía mi abuela : “una mentira bien compuesta, mucho vale y poco cuesta”. En verdad, hay mentiras generosas, como el trueque con el ratón Pérez, lúdicas como las habituales en el juego del truco, estéticas como la metáfora, consoladoras como la trascendencia y también criminales, como la traición. A Jesús le debe haber dolido más Judas que Pilatos.