Borges

A pesar de las sombras que habitan tu mirada,
del alba postergada, la luz que no regresa,
del bastón tembloroso tanteando lo que pasa,
has sido el lazarillo de nuestras almas ciegas.

Tal vez los laberintos, las noches circulares,
la cábala secreta, los rostros sin espejos
no sean otra cosa que fraudulentos naipes,
en el azar de un juego con un pequero ciego

Ajeno a la aridez de latifundios verbales,
fugaste de lugares y decires comunes,
cruzaste los alfiles en noches circulares
y todas las historias en el saber de Funes.

Viamonte era la calle donde te vi cercano,
y te ayudé a cruzarla, también tu desventura.
Sentí que palpitaba cuando apoyé mi mano,
el corazón secreto de la literatura.