Cambios

Ella estaba sola,
tan sola,
completamente sola,
que todo repertorio de consejos,
de buenos consejos,
de malos consejos,
no le trajeron compañía,
ni buena, ni mala.
Ella seguía sola,
tan sola
en las nocturnas horas,
y en los fatigados días.

Cuando era niña,
tan niña,
apenas una niña,
no le faltaron abuelos,
ni primos;
primos hermanos,
primos lejanos,
ni comprensivas tías,
ni cercanías
con cordiales vecinos.

Cuando era muchacha
no muy bella
ni fea,
comenzó a conocer la distancia.
Primero con las muertes,
después con las mudanzas,
porque la gente cambia,
de lugares, de rostros,
de gustos y costumbres.
Se fueron los abuelos,
enfermaron las tías,
mudaron los vecinos,
y los primos cercanos
se hicieron tan lejanos,
que cuesta recordarlos
en las fotografías.

Cuando ella se hizo vieja,
pero no una vieja mala
sino una solitaria vieja,
se le acercó un gato,
y luego otro,
y otros,
y nunca más estuvo sola.
Apenas, algo loca.