Perdió su libertad. Queda en su vida
tan sólo la altivez del cuerpo tenso
que busca sin cesar, por el inmenso
fracaso de su celda, la salida.
Nostalgia de la tierra que no olvida,
de su Chaco vital, del bosque denso,
de aquel duro mirar del indefenso
chiquilín que robaba por comida.
Entonces, con furor levanta al cielo
los brazos del rencor a las humanas
costumbres de encerrar por cosas vanas.
Y un coro de ratones, por el suelo,
interpreta la Fuga del consuelo,
en busca de sus siestas provincianas.