El Usurero

El calculado goce lo encamina
con la senil pasión del viejo amante,
y orienta entre las sombras la distante
alcoba del placer que ya imagina.

El candelabro en mano le ilumina
el mudado color de su semblante,
y muestra que en su cuerpo vacilante
un temblor voluptuoso lo domina.

El avaro es amante. Mas, prudente.
Comprende que el dinero no envejece;
lozano está en su cofre. Mientras, crece

Y luego de contarlo, diligente,
calcula el capital de sus placeres,
y el interés ahorrado, sin mujeres.