¿Cuándo sabré, preguntase el Rabino,
la clave que descifre las señales
que duermen en los libros provenzales
y ordenan los decretos del destino?
¿Quién me dará los signos que imagino
enlazan las distantes iniciales,
con letras ignoradas, sin las cuales
fracaso en traducir el pergamino?
Y mueve a la piedad, el docto anciano
que busca la doctrina prometida
por fuera del lenguaje cotidiano,
sin recordar que tuvo, tan cercano,
el sabio comprender que da la vida,
cuando al paciente Amor dejó su mano.