Los soberbios que ignoran la evidencia
de curar los empachos, sin diploma,
no me han visto mezclar en la redoma
los simples elementos, con paciencia.
Ni tampoco pelear con la indigencia
de los pobres paisanos, cuando asoma
un poco de esperanza si alguien toma
el yuyo descubierto por mi ciencia.
Por saber los secretos del lenguaje,
pude encontrar el apropiado dicho
que hizo nacer el don en un brebaje.
Y así como al caballo lo desbicho,
supe curar las penas del hembraje
enredando al amor, con mi gualicho.