¡Qué poco dice el nombre que te nombra
como si fuera un eco de la Nada,
silencio articulado, voz pausada,
desánimo en la voz, pálida sombra!
¡Que poco enseña el Arte en tu figura
con el vestido negro y la empuñada
guadaña sesgadora enarbolada,
que nos promete el fin, la sepultura!
¡Que poco muestra el Requiem en su canto,
ni la fúnebre marcha dolorida,
ni el rezo en el umbral del campo santo.
En cambio, te descubro si la vida
envejece por cada despedida,
con los ojos nublados por el llanto.