La tetera

Un pálido rubor de porcelana
mostraba tu pudor y a la distancia
llamabas con tus voces de fragancia
a la ronda puntual de la tisana.

Eras toda perfil, nodriza plana,
con la taza al regazo, tu lactancia,
encofrado calor, sabor de infancia,
matrona de vajilla castellana.

Paseabas por el aire tu manera
de cisne manso y tibio, y a tu lado
estaba la familia, toda entera.

El reloj otoñal las cinco ha dado.
Tu corazón de té se ha despertado,
esperando a Mamá, por si volviera.