La luna que invadía mis papeles,
al ver mi cara seria, se reía
y entonces a la gris melancolía
cubría con sus mágicos pinceles.
Pintaba con su risa unos corceles
guiados por la loca fantasía.
A todo verso triste perseguía
un artillero experto en cascabeles.
Mi verso se batía en retirada,
la métrica baleada , canto roto,
la metáfora al suelo derribada.
Sin embargo, a través del alboroto
mi pálida certeza tambaleante
te hizo replegar, luna menguante.