Amor hambriento pide amar urgido
porque no basta al hambre la memoria
de la dulce jornada transitoria
en que logró gozar lo apetecido.
Así es Amor. Mas, luego complacido
ya teniendo el laurel de la victoria,
abandona lo amado y en la gloria
descansa solitario. Se ha dormido.
Al verlo a su merced, en la indolencia,
la alevosa Discordia ya se ensaña
y con falaz retórica regaña…
Y así, dormido Amor, en plena noche,
tras la frontera gris de la conciencia,
se bate con la culpa y el reproche.