Tratada en su labor, como fregona
del celeste quehacer, la bailarina,
sintiose malquerida en la rutina
del sistema solar, y lo abandona.
Se descuelga del cielo por la lona
hasta el mágico circo de la esquina,
y esta Luna payasesca y chiquilina,
prodiga con piruetas, su rabona.
El olfato sutil de la leona,
descubrió su alumbrar, sabia felina,
y le avisa al corcel que su amazona
no cabalga sino que lo ilumina,
por la broma del Clown que la abotona
en su gorra de tul y cartulina.