Sobrevivientes

Observo a los ancianos
marchitos en las plazas,
buscando en los encuentros
las sobras que no alcanzan.
Escucho al de las gafas
haciendo comentarios,
pues dejan las noticias
monedas de esperanza.
Juntaron sus ayeres,
arrugas y carencias,
silencios prolongados
y un poco de nostalgia.
Un sol les calentaba,
más tibio que en la infancia,
aquélla que tenía
el paso vacilante
y el añorado gusto
de andar para adelante.