“Tan callando…”

La tarde en que mi madre recorría
inmóvil y callada,
por el calvario aleve de su vida
la última jornada,
al Cristo de las Hijas de María,
su imagen venerada,
buscaba sin cesar, mas no podía
hallarlo  su mirada,
y en su pupila azul, vagó vacía
la casa abandonada.
Y casi sin morir, ya se moría
y no le dije nada.